domingo, 11 de marzo de 2012

EL MILAGRO DE LA CHULE


De La Chuletera a Dos Bis, en todos los sentidos un cambio radical. Del templo de la grasa, oscuro y brumoso, a un bar de copas decorado de forma tan modernista como escasa, con luces de neón de tonos amarillos y azulados que se reflejan en el blanco y en el cristal que todo lo inunda.

No he entrado en el nuevo local, tan sólo lo poco que he podido ver desde fuera. Me imagino como donde hubo una plancha con dos centímetros de costra ahora habrá una nevera de diseño para los cubitos de hielo. El lugar ocupado por el fregadero de agua estancada infestada de tropezones y donde nuestros minis eran enjuagados antes de ser rellenados una y otra vez, servirá ahora de ubicación para un ordenador de pantalla táctil donde los camareros anotarán puntualmente las consumiciones. El rincón de la chimenea por donde el humo de nuestras hamburguesas no era capaz de escapar, albergará ahora algún bafle de último diseño o tal vez algún proyector de rayos de luz que bailan al son de la música. Las jarras de submarino habrán dado paso a copas de diseño con bordes azucarados para cócteles imposibles de descifrar. Y así sucesivamente.

Uno observa el nuevo aspecto del local que nos sirvió durante años como centro de reunión y no puede por menos que acurdarse de la metamorfosis de las mariposas. El feo gusano muere recluido en su capullo para reinventarse en un ser diferente, en algo infinitamente más hermoso y elevado, menos vulgar y ramplón. El mismo alma que transita por seres antagónicos en el camino de lo cutre a lo perfecto, siempre en esta dirección y nunca en la contraria.

Tal vez estas mutaciones no sean patrimonio exclusivo de las mariposas. Quizás tras un cierre voluntario, Miguel y Pedro sean ahora esos Dos Bis, seres mutados, transformados de manera radical para estar a la altura del renovado negocio que tanto contrasta con nuestra añorada Chule.

Definitivamente prefiero no entrar a averiguarlo. Me quedaré con el dulce sabor de la duda.

4 comentarios:

gonso dijo...

Miguel y Pedro serán ahora dos go-gos neumáticas que no han visto una cocina en su vida. Seguro que mucha gente le encontrará la gracia a estos locales de diseño pero estoy seguro que a los clientes clásicos (chuleman etc) se nos revolverán las tripas al ver todo tan aséptico y relamido.

yiyi dijo...

Yo prefiero los viejos recuerdos a las versiones modernistas descafeinadas
Vamos, que yo no entro en ese antro

PacMan dijo...

Por cierto, acabo de volver hace dos horas de Melilla. Hace 24 años de aquel aquelarre de minayas y hamburguesas. ¡Dices tú de mili!

Mike Muddy dijo...

Ojo, que un compañero que vive en la zona me ha dicho que en ese local te miran el aceite gratis. Yo prefiero quedarme con el recuerdo de la grasa fosilizada de la Chule.