Cada vez que leo en un bote de champú que el producto milagroso que contiene está “testado dermatológicamente” me entra la risa, o mejor dicho la desesperación. Es lo que tiene el lenguaje cuando se le deja libre al alcance de cualquiera, se modifica, se altera, se embrutece y al final si creamos una forma bastarda y ésta triunfa pues acaba siendo norma.
Me harto de explicar que la lengua está al servicio de los hablantes y no debe ser guardada en una vitrina y si hay formas que desaparecen y son reemplazadas por otras, pues por algo será: Darwinismo lingüístico.
Pero al exponer esta idea, al mismo tiempo se me retuercen los intestinos al leer palabros o ver cómo algo que era herejía ahora es doctrina.
Testar es dejar en testamento, por lo menos es lo que hasta ahora dice el diccionario de la RAE, esa que fija, limpia y da esplendor, y digo hasta ahora porque en su versión electrónica (para no poner “on –line”) ya apuntan que se está revisando el término y que se va a añadir la acepción “someter a algo a un control o prueba”. Así que me temo que ya no voy a poder cachondearme del mensaje del champú pues la Academia (la de la lengua, no la Scarlettiana) le va a dar el visto bueno a semejante engendro.
Ayer fui al notario para hacer el testamento. Supongo que ya tendréis organizado aquello del trasunto al otro barrio y que no hay que darle muchas vueltas porque antes de semejante trago seguro que veremos al Atleti ganar una liga y al Madrid levantar la vigesimonovena Champions… pero quieras que no firmar el documento y que te expliquen las condiciones del contrato pues como que da mal rollo y ya el hecho de prevenir la contingencia es admitir que la posibilidad existe y la parca se está fumando un cigarrito a la puerta de casa.
Peor me sienta pasar todos los días por delante de la señal que indica por dónde se va a determinado cementerio que tiene ya una parcelita con el reservado puesto.
Así que ya he testado. No ha sido dermatológicamente pero sí a regañadientes. Me ha jodido tanto como saber que la frasecita ya va a tener el visto bueno del diccionario.
2 comentarios:
Como decía ayer Punset en no sé qué periódico "la gente desconoce que antes de la muerte hay vida", frase ingeniosa que podríamos interpretar como "carpe diem" o "a vivir que son dos días". Me agobia el asunto de la muerte y procuro apartarlo de mi cabeza cuando aparece.
Con respecto a la perversión del lenguaje cabría escribir un "testamento".
Reconozco que da yuyu (¿existe el palabro?), pero lo de testar es algo que todos deberíamos hacer cuanto antes, una vez el capítulo de herederos parece visto para sentencia.
Total, eso de que algún día debemos pasar a mejor vida parece que se cumple en el 100% de los casos, así que lo de hacer el test cuanto antes mejor, y a otra cosa mariposa.
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