viernes, 29 de octubre de 2010

¿EL MUNDIAL... O LA DÉCIMA?


Hace unos días Titus se descolgó con las siguientes declaraciones:
- Hubiera preferido que el Real Madrid ganara la décima Copa de Europa antes de que España ganase el Mundial.
No me extrañó, ya que Titus no acaba de recuperarse del "síndrome Naranjito" a pesar de las recientes victorias de la selección y, además, es un paleto madridista de tomo y lomo. Lo que me sorprendió es la coletilla que soltó después:
- ...y, además, la inmensa mayoría de los madridistas opinan lo mismo que yo.
Por ahí no paso. Así que esta semana hice una encuesta con una decena de compañeros fervientes seguidores del RM. El resultado de este riguroso experimento demoscópico fue el siguiente:
1. Mundial para España: 8 votos.
2. Décima para el Madrid: 2 votos.
Entre los que votaron a favor de la selección hubo gente con y sin dudas al respecto. Entre los contrarios hubo uno que realizó la siguiente aseveración: "No solo prefiero la décima, sino los tres puntos que le ganamos al Racing el otro día". Hay tipos verdaderamente enfermos...

Sorry, Titus. De todos modos, puedes desquitarte votando en la encuesta que he colgado en el blog y que no hace referencia solo al RM, sino a cualquier equipo.

domingo, 24 de octubre de 2010

EN EL OJO DEL TIGRE

Dicen las lenguas viperinas que Tiger Woods posó algo más que su mirada en la italiana Cristina del Basso, la moza cuyas fotos ilustran este post. No es difícil de creer conociendo la verdadera cara del tigre, un ser despreciable y adicto al sexo, ávido de pasarse por su entrepierna cualquier fémina que se cruzase por su entrecejo.

Sólo un enfermo puede poner en peligro su matrimonio por una chica tan normalita como esta tal Cristina. Comprobadlo vosotros mismos en este post o mejor en:

http://especiales.fhm.es/galerias/cristina_del_basso/

Inexplicable, isn´t it?




jueves, 21 de octubre de 2010

DOSCIENTOS


Hace dos o tres post pensé que el número 200 de mi cuenta tenía que ser especial, pero tras una dura jornada de cierre me acabo de topar con Adriana Lima mientras hojeaba el periódico y creo que merece vuestra atención. La modelo brasileña posó ayer de esta guisa en el Soho neoyorquino para lucir el Fantasy Miracle Bra, un sujetador valorado en más de dos millones de pavos. Si os soy sincero, ni siquiera había reparado en el sostén... sino en el lujoso Rolls Royce blanco que la tipa está tapando. :-)
En fin. Viva el blog de MSB. Os deseo a todos que lleguéis a los 200 post (a uno le falta solo un paso), y más allá.

lunes, 18 de octubre de 2010

LAS EXCUSAS SON COMO EL CULO...

...TODO EL MUNDO TIENE UNA.
La más recurrente para no publicar en el blog es que os cuesta mucho escribir (he oído que algunos post os llevan horas). Hay un error de partida que estoy cansado de repetir: el blog no es un contenedor de obras maestras de la literatura en lengua castellana, sino un foro para mantener el contacto, un lugar de encuentro. La mayoría de los post tendrían que ser breves reflexiones, relatos o propuestas que no os deberían llevar más de veinte minutos, o una foto, o un vídeo de YouTube. Solo cuando tuviérais una historia que, en vuestra opinión, merece una inversión mayor de tiempo, hay que echar toda la carne en el asador, como ha hecho Pepe recientemente con su experiencia maratoniana en Berlín.
Repito: el blog es para saber unos de otros, no para publicar nuestras memorias.
De todos modos la mítica excusa se cae por su propio peso con esta aplastante evidencia: ni siquiera entráis para comentar la producción que vuestros amigos escriben para vosotros utilizando un tiempo que ellos tampoco tienen... ¿o es que pensáis que los únicos ocupados sois los vagos y maleantes? Basta con entrar cinco minutos al día, o quince a la semana, para leer los post y dejar la huella de vuestra visita. Si no entráis no es porque os cueste escribir, sino porque os importa un bledo lo que aquí se cuenta. Así de crudo.
Me dice Titus que piense una alternativa. El blog no tiene alternativas. Otra cosa es que a través de la redes sociales (Facebook, Twitter) podamos mejorar el contacto, pero mucho me temo que el problema sea de compromiso, no de herramientas. En fin, reflexionad sobre la sentencia de Platón... porque de eso trata este invento.

domingo, 17 de octubre de 2010

NO DEJES CRECER LA HIERBA EN EL CAMINO DE LA AMISTAD

Queridos members:

La verdad es que veo con pena que el blog se ha quedado reducido a un mano a mano entre tres y los demás nos hemos quedado fuera. En mi caso, escribir un p. post es una obra titánica que me lleva horas (no es broma) y en muchas ocasiones habría escrito pero mi reino no es de este mundo, es decir, escribir dos líneas con una foto desmerece el nivel del blog y al final no lo hago. Cuando me pongo, me pongo de verdad (a mis premios me remito) pero me cuesta mucho escribir. Dios no me ha llamado por ese camino (quizá por ninguno).

Creo que para los mortales deberíamos buscar nuevas alternativas, solo para colgar un simple comentario o chascarrillo. ¡Dejadnos participar, hacednos un hueco en vuestra élite!

Mientras tanto. Os mando esta foto de mi última excursión a La Pedriza y como acabé. Quiero que lancéis hipótesis sobre lo que me pasó.....


Besos

sábado, 16 de octubre de 2010

LA MINA CHILENA Y SUS FILONES


No es fácil conseguir transformar las amenazas en oportunidades. Tampoco es fácil sacar lo mejor de uno mismo cuando la situación es desesperada. Todo esto y mucho más es lo que Chile ha sido de capaz de hacer logrando rescatar finalmente a sus mineros. Mucho más que devolver a la vida a 33 personas. Una lección magistral de fe, de organización, de solidaridad, de lucha sin descanso. En definitiva de unión fraterna de un país volcado a muerte con un mismo objetivo, remando todos en la misma dirección. Por fin un motivo orgullo para la raza humana tras infinitas demostraciones de desatino a lo largo de la historia.

El presidente Piñera al pie del agujero abrazando a todos los que volvían de las entrañas de la tierra, ha sido la más idílica representación de lo que debe ser un gobernante. Simplemente alguien que al margen de izquierdas y derechas, es capaz de aportar soluciones y de empatizar con los problemas de su gente, alguien aparentemente incapaz de conciliar el sueño ante el sufrimiento de los suyos.

Nunca de una mina se obtuvieron tantos filones. Ningún gurú en marketing hubiera conseguido jamás tal subidón de la marca Chile a nivel mundial. Ningún mundial de fútbol hubiera conseguido nunca tal sentimiento de orgullo patrio en todos y cada uno de los chilenos. Ningún líder mundial carismático hubiera sido capaz de dar testimonio de una manera más simple de que los políticos están para servir al pueblo. Sin haberlo buscado, la tragedia de la mina San José se ha tornado en el triunfo merecido de un país en pleno. ¡Chapeau Chile!

Me alegro de corazón por ti pero reconozco que me corroe la envidia. En Chile los políticos sacan del hoyo, quieren y lo hacen. Aquí los nuestros nos hunden cada día más en él y para más inri, se encargan de destruir una y otra vez cualquier intento de cápsula Fénix.

Una pena comprobar la inconmensurable capacidad de nuestra clase política para transformar en mierda un maravilloso país como es España. Máxime cuando te comparas con otros.

viernes, 8 de octubre de 2010

BERLIN MARATHON 2010. EPISODIO II (y último)


A 300 metros de la salida ya corro en solitario. Mis colegas apuestan por un trote suave pues ninguno tiene más objetivo que finalizar dignamente. El que no está acojonado sin más, está además medio lesionado. Vaya panorama. Yo en cambio me he propuesto acabar en 3 horas 45 minutos, para eso he estado entrenando y creo que estoy preparado. No es un objetivo difícil pero en cierta medida si me va a exigir un ritmo serio. 225 minutos, 13.500 segundos para recorrer 42.195 metros. 5 minutos 20 segundos por kilómetro, 32 segundos para recorrer cada 100 metros. Casi 3 metros por segundo. Mejor no pensarlo, como dicen los futbolistas con la boca pequeña, “hay que salir a divertirse”. Sin comentarios.

Miro el reloj sólo al principio hasta que creo enganchar la marcheta que me llevará a la gloria o al infierno. No tengo dudas respecto a acabar, pero si quiero hacerlo dignamente, disfrutar del paso bajo la puerta de Brandemburgo en el Kilómetro 42. Hoy he decidido correr por sensaciones, dejar conectadas las piernas al ritmo cómodo que ejercerá de piloto automático. También me he propuesto llenarme de todo cuanto rodea a esta carrera mítica. No corro un maratón cualquiera. Corro Berlín, uno de los cinco grandes junto con Nueva York, Londres, Boston y Chicago.


Liberado del cronómetro, enseguida comienzo a redactar este post en mi cabeza. En primera persona y tiempo presente como otros post legendarios, la mejor manera de contar lo que a uno le va ocurriendo. Las ideas fluyen fácilmente, mis sensaciones se graban directas. Muchas cosas llaman mi atención y merecen la pena ser contadas. Otro gallo cantará en el momento de ponerlo todo negro sobre blanco.

A pesar del día tan desapacible es difícil encontrar un hueco sin espectadores a ambos lados del recorrido. Es impresionante como se vuelca esta ciudad con el maratón, como se vive el deporte aquí. En Madrid en un día como hoy no habría ni Dios en muchas partes del recorrido. Todos los que han bajado a la calle lo han hecho con la intención de hacerse notar. Carteles con nombres de sufridos atletas, banderas de todas partes, cencerros de los que se escuchan de fondo en las pruebas de esquí. Pero sobre todo las bandas de música, las oficiales y las espontáneas. Entre las oficiales, veintiuna según la web de la organización, son gran mayoría las de percusión al estilo Mayumaná. Hasta veinte y treinta teutones en algunas de ellas tocando en perfecta sincronía ritmos que ponen las pilas a cualquiera. Dan ganas de pararse a mirar. Hasta un tío tan soso como yo sería capaz de arrancarse en este estado de jolgorio colectivo. Entre las bandas alternativas es fácil encontrar cuatro amigos tocando jazz en una marquesina de autobús al refugio de la lluvia, o terrazas en las que enormes bafles obsequian a los esforzados con acordes de Queen. Maravilloso. Reconozco que se me ha puesto la piel de gallina un par de ocasiones. ¡Viva Berlín!

Muchos niños que presencian la carrera ofrecen sus manos para que los corredores se las choquemos a nuestro paso. He estado haciéndolo hasta que una costra del pulgar mi mano derecha se ha ido al carajo y he empezado a sangrar como un cerdo. Resulta que hace unos días me llevé un trozo de yema con un cortador de patatas. La humedad y el meneo que le he pegado al dedo al meterme un trozo de plátano en la boca, son los causantes de la escabechina. Mala suerte, cuantos chavales me dejaré en el tintero. No es cuestión de ir pringando a la chiquillería. Decido parar la hemorragia a base de chupetones. Seguro que tengo churretes, debo parecer Drácula. No pasa nada, nadie repara en mí. No soy más que uno entre cuarenta mil.

El abandonarse a un ritmo hace que uno pierda la noción del tiempo. Soy incapaz de saber qué hora es, y además me da igual. No quiero saber cuanto llevo, ni quiero saber cuanto me queda. Me dedico sólo a ver pasar los kilómetros. A veces ni se en cual me encuentro. Supongo que será buena señal.” Just do it! Imposible is nothing”. Seguro que estos eslóganes salieron de la mente de alguien que en alguna ocasión se enfrentó a un maratón o a algo parecido.

Somos muchos pero se puede correr a gusto. Durante largos ratos veo las mismas camisetas, los mismos culos. Luego desaparecen y otros ocupan su lugar. Hay cientos de daneses. Go Denmark! Muchos corren, pero muchos más animan. Los corredores ataviados con camisetas rojas con el nombre de su país. Los de fuera con banderas de todos los tamaños. Después de los alemanes, es la nacionalidad más numerosa. Españoles somos sólo 915, y aunque escasas, no es difícil ver banderas españolas entre el público. ¡Vamos! Saludo a algunos. A otros, que les den. La señera y la ikurriña no me motivan. ¡Vaya!, entre tanta bandera me he comido un pedo del danés que tengo delante que ha decidido pasar unos instantes a propulsión química. Creo que es el momento de cambiar de liebre.

Los avituallamientos son para verlos. Calculo que unos 50 metros de mesas debe haber en los dos lados de la calzada. Así cada 2,5 kilómetros. Con todo, la mayoría de los runners se lanzan como locos a los primeros vasos que divisan. Parecen nuevos. Cruces suicidas, frenazos, empujones y algún que otro mal gesto. Lo normal. Detrás de las mesas, cientos de personas, generalmente chavales, protegidos con chubasqueros azules y con guantes de latex nos acercan las pócimas que han preparado para la ocasión y que cubren totalmente la superficie de las mesas. Agua, bebida isotónica y te caliente, que sabe raro pero que entra como Dios. Plátanos pelados y trozos de manzana completan el menú. En París los plátanos estaban sin pelar y entre el agua derramada y las cáscaras por el suelo, los avituallamientos eran pistas de patinaje. Aquí este pequeño detalle parece que lo han tenido en cuenta. Para algo son alemanes. La bebida la dan en vasos de plástico. La mitad va para adentro, la otra mitad se queda por afuera. El agua y el té proceden de cisternas, no hay botellitas, aquí también hay que ahorrar. La bebida isotónica la hacen mezclando en unos barreños grandes, agua de las cisternas (o de lluvia quizás) con polvos rosas o naranjas. No es momento para ser escrupuloso. Todo se acepta y todo es bien recibido. Danke! Luego los vasos vacíos a la calzada. El sonido de miles de pies pisando miles de vasos es curioso. Las zonas de avituallamiento parecen un parque en otoño, ya hay montones de vasos por todas partes y supuestamente falta el grueso del pelotón. Esto va a ser un estercolero.

De vez en cuando hay mesas con avituallamientos particulares. Botellas y bidones convenientemente identificados esperan a sus dueños. En España esto sería imposible, todo volaría antes de tiempo. Me pregunto que contendrán: ¿batido de EPO, gazpacho de clembuterol? Si a estas horas todavía siguen ahí es que sus destinatarios son unos paquetes y poco rendimiento extra encontrarán en ellos.


No ha habido fotos ni en el 15, ni en el 28. Mi chica y el resto de nuestras animadoras particulares no han llegado a tiempo a mi paso por estos puntos, que habíamos acordado previamente. Moverse en metro por una ciudad que no se conoce es complicado y más cuando hay que hacer un seguimiento múltiple. “Te esperamos en el 33 por la parte izquierda”, me dice finalmente por teléfono. Llevo el móvil en una mano, metido en una bolsita de plástico que he encontrado en el hotel, de esas para tirar compresas. Ha sido buena idea, nos ha permitido estar localizables a ambos. Soy yo quien las diviso primero. Desde dentro es más fácil encontrar a alguien que desde fuera. Desde dentro parece que hay espacios y que hasta se va rápido. Desde fuera somos una masa ingente que nos desplazamos a trote cochinero. Llevo mucho tiempo sólo y agradezco de verdad su esfuerzo por estar ahí.

Por fin me localizan. Están en la parte ancha de una curva lo que me permite abrirme y separarme de la marabunta. Cara de que “aquí no pasa nada” y sonrisa profiden se plasman en las tres fotos que dan tiempo a hacer. “¿Qué tal los demás?”, pregunto. Acordarse de los compañeros es justo y necesario. “Bien, bien”, es todo lo que me da tiempo a escuchar.

Pasé la media maratón en 1h 51’ 37", unos segundos mejor que mis cálculos iniciales. Fue el único momento en que consulté el cronómetro. No me emocioné mucho, pues a esa altura era fácil cumplir con lo previsto. El problema comienza hacia el 30 o 35. Ahora discurro por el 36 y vuelvo a ver el reloj porque esto empieza a hacerse ya un poco largo. Tengo las piernas bastante cargadas, bueno, así llevo desde el 16. Ahí si me preocupé pero decidí no comerme la cabeza. Menos mal que las molestias no han ido a más. Creo que estoy en condiciones de acabar en una media hora, una eternidad a estas alturas.

Desde el kilómetro 39 se huele el final. Lugares míticos de esta ciudad: Postdammer Platz, Unter den Linden y al final de esta calle, la majestuosa Puerta de Brandemburgo. La veo de lejos y se me pone un nudo en la garganta. Cálmate o no podrás respirar. Las piernas siguen respondiendo y me puedo concentrar en saborear esta sensación irrepetible. La plaza de París con el Hotel Adlon, y las embajadas de USA y Francia dejan paso a la puerta de la gloria. Carne de gallina y el nudo que vuelve a apretar. Me escuecen los ojos. A la emoción de ver la meta a 200 metros se suma el sentimiento de cruzar este umbral que bien podría ser la puerta del Olimpo. Algo así como pasar el cabo de Hornos para los marinos. Los vítores y gritos de ánimo se multiplican por mil en nuestras cabezas.

La meta está a 195 metros, los de clavo que tiene esta distancia todavía no se muy bien por qué. Siempre son tan agónicos como apoteósicos y hoy no es diferente. Las gradas a ambos lados ovacionan nuestra entrada en meta. Brazos en alto y a parar el crono nuevamente entre sonidos de grillos. Todo ha terminado, estoy satisfecho, mucho más al comprobar el tiempo que he conseguido hacer: 3 horas 43 minutos 16 segundos. Conseguido el sub 3:45. Además tan sólo dos segundos de diferencia entre la primera y segunda media maratón, demostración clara de que más que con las piernas, he corrido con la cabeza. ¡Si señor, como mandan los cánones!

Alegría también por mis compañeros. Con más pena que gloria todos hemos conseguido acabar, cada uno a su aire. Unánime la sensación al pasar bajo la puerta de Brandemburgo. ¡Enhorabuena campeones!


Una vez más objetivo cumplido. En este caso, objetivo doble pues realmente he disfrutado corriendo, me he empapado (nunca mejor dicho) de esta ciudad y de su fabulosa carrera. Una experiencia no tan épica como la del Titus en París, pero que personalmente me ha llegado y me ha llenado por completo. Para siempre forma ya parte de mi historia, historia que esta vez me decido a compartir y que quedará para la posteridad gracias a este blog nuestro.

Sirva este post para homenajear a mi mujer por ser tan comprensiva con mis aficiones que tanto tiempo me ocupan. También por la ilusión con la que ha compartido este viaje inolvidable conmigo.

Gracias por todo. Te quiero.

miércoles, 6 de octubre de 2010

DE MUSEO

Mientras espero impaciente a que Pepe nos termine de contar su hazaña maratoniana, y ya que no puedo referirme a ninguna proeza deportiva por mi parte, me cuelo aquí para anunciaros que los próximos días 8 y 9 de octubre, este Gonso que suscribe, va a exponer creación propia en un museo.
Así presentado, uno podría torcer el gesto y pensar que conociendo al personaje y su manera de convertir situaciones ordinarias en gestas heróicas,... pues que ya se está tirando el moco y a ver por dónde nos sale.
Técnicamente no me aparto un ápice de la verdad pues voy a participar en una exposición colectiva en el museo Cosmocaixa de Alcobendas. ¿Y qué voy a exponer? ¿Pintura? ¿Escultura? ¿Modelismo naval?
Niet. Frio, frio.
La exposición es de LEGO, y además habrá alguna conferencia sobre el tema, concursos y talleres para que los chavales construyan lo que quieran con los ladrillos de colores.
Estoy en contacto, aunque no de manera muy activa, con la comunidad española de AFOL (Adult Fan of Lego) que de vez en cuando organiza algún evento para enseñar sus creaciones. El mundo AFOL es bastante friki, aunque no más que el de los coleccionistas de muñecos del Señor de los Anillos, y uno se encuentra auténticas maravillas constructivas de mucha complejidad técnica y de diseño.
Habrá un diorama de una ciudad, escenas de Star Wars, una batalla naval y múltiples MOC (My Own Creation).

Así que si alguien no sale de puente, o no tiene que llevar a los chavales al partido de turno, siempre puede pasarse por Cosmocaixa a pasar un buen rato entre ladrillos de plástico.
Allí estaré con mis aviones, barco, transbordador espacial, super coche y diorama jurásico.

Lo dicho, el Gonso de museo.

martes, 5 de octubre de 2010

BERLIN MARATHON 2010. EPISODIO I

26 de Septiembre de 2010. Son las 6:15 de la mañana y suena la alarma de mi reloj digital. Estoy en Berlín donde hoy me enfrento a mi undécimo maratón, prueba que no ha dejado de machacar mi cabeza todo el verano recordándome que tenía un plan de entrenamiento que cumplir a pesar del calor y de las vacaciones. Hoy saldrá el sol por Antequera y por fin pasará de mí este cáliz. Desde este día y durante una larga temporada volveré a correr por sólo placer, hasta que el maldito gusanillo vuelva a tocarme los cataplines para que lo intente otra vez. Así lleva toda la vida y supongo que no va a cambiar.

Me levanto tan pronto para desayunar y dar tiempo a hacer la digestión como mandan los cánones. Hace una noche de perros. Llueve, bueno, digamos que continúa lloviendo. Ayer sábado empezó al medio día y desde entonces no ha parado. Los charcos son considerables. Un hermoso día para la práctica de este bello deporte.

No he dormido bien esta noche. He tenido un sueño ligero y he mirado el reloj infinidad de veces. Ayer estuvimos de visita turística y he de reconocer que Berlín es una ciudad que llega, que te hace pensar por qué el ser humano puede llegar a ser tan animal. Realmente no es una ciudad bonita pero es innegable que es historia viva, historia reciente e incluso televisada con la caída del muro sin ir más lejos. Una ciudad desde la que Hitler dirigía todas las atrocidades imaginables para tratar de imponer la supremacía de la raza aria, destruida literalmente en la segunda guerra mundial y partida materialmente en dos durante veintiocho años hasta los umbrales del siglo XXI. Pero sin embargo es una ciudad que ha sabido levantarse de sus cenizas y tras la reunificación convertirse en una ciudad vanguardista y cosmopolita (alternativa, dicen), capaz de representar más que dignamente el papel de capital del estado más poderoso de la nueva Europa.


Con este caldo de cultivo y un maratón que en esta noche lluviosa afila su hacha, me ha dado por imaginar que pasaría por la cabeza de tantos soldados que a lo largo de la historia, desde Napoleón hasta bien entrado el siglo XX, han vivido en Berlín antes de una batalla, quizás su última noche. ¡Maldita sugestión, qué tontería! ¿Qué relación guardan estos pensamientos con echarse unas simples carreritas? ¡Glub!, espero que ninguna.

Bajo al comedor donde he quedado a desayunar con mis otros tres compañeros corredores. Hay otros tres más, pero se alojan en otro hotel. Este año somos siete frente a los nueve que fuimos a París y también en esta ocasión nos acompañan nuestras respectivas parientas, ellas sólo para hacer turismo. Titus no ha venido pues no se encontraba motivado en el momento de decidir si apuntarse o no. No pasa nada, ya habrá más oportunidades.

Es difícil encontrar una mesa para cuatro pues hay gente por todas partes. Dos horas y media antes del comienzo, algunos van ya en camiseta de tirantes con el dorsal puesto y la cinta del pelo en su sitio. ¡No pensarán salir así a la calle! Otros con su gorrita puesta y con cara de yankees metiéndose pa´l cuerpo unos huevos con beicon. Maratonianos everywhere: alemanes, daneses, americanos, españoles, italianos. Se palpa la tensión que a todos nos produce la hora de la verdad, pues el maratón es una prueba imprevisible y en la que el entrenamiento, aunque fundamental, no es garantía de nada.

Desayuno lo de siempre, cafelito con leche, cereales, tostada y fruta, mucha fruta. Subo a la habitación a soltar todo el lastre posible y a vestirme para la ocasión. Hoy correré con gorra para evitar que la lluvia me de en la cara, lo cual es una jodienda que ya he vivido en ocasiones precedentes. Debo pensar que me llevo para luego cambiarme pues terminaré empapado. Coloco el chip en los cordones de la zapatilla, el dorsal con los imperdibles y cojo el tubo de vaselina para untarme luego los pezones, que un día como hoy acabarán al jerez. Me miro al espejo para desearme suerte. Mi costilla duerme placidamente y no es cuestión de despertarla, ya hablaremos luego y nos veremos a lo largo de la carrera.


7:30. Nos encaminamos andando a la salida desde el hotel. Hace fresquito, pero no frío. Seguimos hablando de lo mismo mientras sorteamos las balsas de agua. Hay nervios en todos nosotros. Antes del comienzo debemos dejar en el guardarropa la bolsa para cambiarnos luego y el abrigo que llevamos ahora. Media hora andando por el Tiergarten, un parque tipo el Retiro, enorme y selvático que se encuentra en el corazón de Berlín y en el que comienza el tinglado. Según nos han contado, aquí venían los reyes prusianos a cazar tras salir de la ciudad por la mítica puerta de Brandemburgo, que da justamente a este parque. Gente ocupada ha habido en todas las épocas.

8:45. Ya hemos depositado cada uno la bolsa en nuestro guardarropa según el número de dorsal y ya juntos, los siete esforzados nos encaminamos entre la multitud a la salida, embutidos en una bolsa de plástico verde fosforito, enorme, con agujeros para brazos y cabeza y con el logotipo de Adidas por todas partes. Esto es publicidad. Participamos 40.000 personas pero la organización es perfecta. Normal, son alemanes. Parece que todo ha sido previsto de antemano. El único problema es el mogollón que hay a pesar del espacio enorme que se ha habilitado para el evento. Comprensible cuando además jarrea y quien más quien menos ha esperado al último momento para quedarse en calzas cortas.

¡Stop! Antes de nada, la foto de rigor. El propietario de la cámara busca alguien que tenga a bien hacernos la “arretrataura”. Un alemán de dos metros con un chubasquero de la organización se presta gustoso. ¡Oh no, no! dice riéndose el muchachote al ver el banderón de España que hemos colocado delante de nosotros. ¡Good luck!, nos desea a pesar de todo al devolver la cámara a su dueño. ¡Qué majete el schweinsteiger este!

9:00. Hora oficial de comienzo. Los etíopes, keniatas y tanzanos han debido salir ya, pero nosotros no hemos entrado todavía en el cajón. Así no hay quien compita. Aquí no caen paracaidistas del cielo como en el maratón de Madrid, sólo cae agua a cubos. Ni siquiera los miles de globos, con el logotipo de Adidas, of course, consiguen elevarse, antes o después todos al suelo. Carros de fuego sirve como hilo musical a este momento épico de manos frías y boca seca.

Entramos por fin en la parrilla de salida. Nos han asignado a casi todos el cajón F, supongo que para marcas acreditadas entre 3 horas y media y cuatro horas y media, o sea el montón. Desde el A hasta el E se disponen los que a la hora de comer ya estarán duchados y perfumados, alguno montado en el avión de vuelta. Además hay un cajón G, para los que se han despedido de su familia hasta el día siguiente.

Las huestes por delante ya se movilizan. Mientras caminamos lentamente hacia la línea de salida, los siete nos vamos deseando suerte con un apretón de manos con el que nos transmitimos ánimo y energías positivas, eso si las justas, no vaya a ser que al final las echemos en falta. Me quito el saco de plástico a lo Hulk Hogan y preparo el cronómetro. A partir de este momento cada uno llevará el ritmo que más le interese. Ir de prestado en el maratón es garantía de acabar malamente.

9:15. Paso sobre las alfombras que registran el paso de los chips. La sensación es la de pasar por en medio de una jaula de grillos, cientos de pitidos por segundo de los cuales uno corresponderá al trozo de plástico que llevo enganchado a la zapatilla.

El maratón de Berlín 2010 ha comenzado para mí.

Continuará…

domingo, 3 de octubre de 2010

EL REDACTOR JEFE

Algunos de vosotros le recordaréis. No porque le conociérais personalmente, sino por lo mucho que me hizo sufrir cuando di mis primeros pasos en el oficio de mis pecados. Llegaba a las citas de la Chule tarde y encabronado, pero pronto ahogaba mis penas en un mini de cerveza en buena compañía. Su nombre no viene al caso. El escritor y periodista polaco Ryszard Kapuscinski solía decir que solo las buenas personas pueden ser buenos periodistas. Mi redactor jefe de los tiempos heroicos aseguraba: "A mí dame un buen periodista; me importa un bledo si es buena persona o no". He visto al tipo coger de la pechera a otro compañero por la disputa de una página, y hasta arrojar una grapadora (digamos que al aire) por diferencias en el tratamiento de una información. Cerrábamos la primera edición a las nueve de la noche, y cuando me disponía a recoger me anunciaba que cambiaba la sección de arriba abajo. Nos alcanzaba la medianoche y todavía le quedaban ganas de sermonearme sobre cualquier aspecto de la vida, pero, sobre todo, sobre periodismo. Era como el puto sargento chusquero que te amarga la vida... pero que te deja un poso de algo tangible. Gilipolleces, las justas. El tipo sería un capullo, pero nunca un mediocre, y eso se lo agradezco.

Ahora, de vez en cuando, viene al periódico de visita. El reportero que se coló en el primer trasplante de corazón a un ser humano (practicado por el doctor Barnard en 1967) tiene ya 80 tacos y el paisaje se parece poco al que conoció, y no porque los ordenadores hayan sustituido a las máquinas de escribir y estemos en pleno "boom" de las redes sociales, sino por la cortedad de miras y el poco respeto a la profesión que existen hoy en día. El viernes me interceptó en la redacción y me dijo, orgulloso, que había ascendido de categoría: le han hecho abuelo. Me mostró la foto del nieto recién nacido en su teléfono móvil y me dijo que el acontecimiento le había hecho reflexionar aún más sobre la muerte. El redactor jefe que me fustigó y me enseñó lo básico para sobrevivir se mostraba más humano que nunca. Hace tiempo que guardé mi rencor por él en un baúl y tiré la llave. Antes de que se vaya de este mundo "empujado" por su nieto o me vaya yo, que no está escrito quién se irá antes, tengo que decirle al viejo cabrón que, después de todo, Kapuscinski tenía razón.